domingo, 25 de junio de 2017

El Pontón de la Oliva: el éxito de un fracaso

Pocas construcciones abandonadas tienen tanta vida como la que visitamos este fin de semana.

Se trata de una presa que Bravo Murillo, ministro de obras públicas durante el reinado de Isabel II mandó construir allá por 1851 para abastecer a Madrid. 7 años de duros trabajos dieron como resultado minas, canales, acueductos y una presa que nunca llegó a estar en activo, porque la zona que la soporta es de roca caliza y el agua en vez de quedar retenida muros adentro, se filtraba, lo que hizo imposible su llenado. Me imagino el día de la inauguración… Reyes, ministros, ingenieros y demás comparsa preparados para darse sus palmaditas en la espalda por lo bien hecho, se cierran compuertas y eso que no se llenaba y que no se llena y que no se llenó.

¿El resultado de este fracaso? Una preciosa pradera atravesada por un riachuelo y flanqueada por dos enormes cortados que atraen a multitud de amantes de la escalada cada fin de semana. Es una zona perfecta para pasar un día de picnic, hacer un poco de senderismo o simplemente para respirar aire puro y dejarte invadir por la tranquilidad del lugar.


Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

El lugar en cuestión está apenas a 8 kilómetros pasado Patones y está bastante bien indicado. No tiene perdida. Aunque hay gente que deja el coche en la misma base de la presa (40.882641, -3.441285) y en huecos que va encontrando por el camino, no hay demasiado espacio, se llena pronto y para dar la vuelta no es sencillo ya que cuando te quieres dar cuenta estas subiendo por la continuación de la carretera por la que venías y ésta, tras pasar el puente, está bastante deteriorada y los boquetes en el piso son más que considerables. 


Pontón de la Oliva

Es mejor acercarse a una zona de aparcamiento que hay habilitada un poco más adelante de la desviación que baja a la presa (40.880024, -3.443743). Desde allí sale un camino y en unos 200 metros estás en lo alto de la presa, lo que es bastante ventajoso porque para acceder a la pradera que habíamos comentado hay que pasar por aquí sí o sí. De esta forma nos hemos evitado el desnivel de acceder desde la base.

¿Que es lo primero que vemos para saber que vamos por buen camino?
El aparcamiento está a la izquierda de la carretera, por lo que tendremos que cruzar y tomar un ancho camino de tierra. A nuestra izquierda, en el punto más alto de la loma que tenemos a nuestra izquierda podemos ver una construcción que forma parte del conjunto de la presa y una gran tubería que desciende con el desnivel de la montaña. Un poco más cerca de nuestro camino podemos ver la ermita de la Virgen de la Oliva. Una construcción medieval sin mantenimiento alguno y por tanto su estado es de ruina progresiva.


Pontón de la Oliva

Unos metros más adelante encontraremos una valla que prohíbe y evita el paso de coches de allí en adelante.  Nosotros seguimos y sin pérdida posible nos encontraremos con una vista de la presa de frente y a nuestra derecha otra construcción perteneciente a la misma y un camino que desciende.


Pontón de la Oliva

Nos dirigiremos hacia la presa. De frente nos vamos a encontrar una zona edificada entre la montaña y la pared de la presa. 


Pontón de la Oliva

Se trata de llegar al otro lado, así que tiramos para adelante, subiremos algunas escaleras, nos asomamos de vez en cuando para tener diferentes vistas de la presa y finalmente llegaremos a un estrecho camino escavado en la roca al que afortunadamente le han añadido una barandilla para reducir la sensación de altura y exposición al peligro. 


Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

La primera panorámica que tenemos de la pradera es impactante, pues no es fácil hacerse una idea de la amplitud del lugar hasta que no lo ves. En primer término a la izquierda tenemos un torreón con una banda blanca donde están marcados los metros que hay desde su base hasta la altura en la que nos encontramos. Luego el río, la pradera y al fondo los escaladores cuyos cascos y vestimenta destacan sobre el fondo marrón-grisáceo de la roca y parecen pequeñas marionetas adornando un escaparate. Finalmente a nuestra derecha, el muro de retención de la presa.


Pontón de la Oliva

Si seguimos adelante por este camino ganado a la montaña, llegaremos a un punto en que tengamos tres opciones: 

- subir unas escaleras que llevan a alguna de las cuevas que hay un poco más arriba, 
- seguir por el camino del mismo nivel, lo que nos llevará a recorrer parte del GR-10 y que de vez en cuando nos dará la oportunidad de descender a la ribera opuesta del río o
- bajar por unas escaleras, bastante desgastadas, hasta la altura del río, atravesar el mismo por un paso de cemento que hay y acceder pradera que vimos desde arriba.

Nosotros esta vez elegimos la tercera opción. Nos mojamos un poco los pies, subimos los enormes escalones de la inmensa pared hasta la cueva que comunica con el otro extremo de la presa y luego después de comer nos adentramos en la parte arbolada siguiendo el caminito que nace en la misma pradera. Este sendero forma parte del GR-88 o Senderos del Jarama, una variante del GR-10 que nace en este mismo punto y llega hasta San Lorenzo del Escorial pasando por pueblos segovianos tan importantes como Sepulveda, Pedraza y San Rafael. Es un camino muy agradable y llano para hacer después de comer, sin agotarse demasiado y sin peligro para que los niños vayan a su aire. Eso sí, teniendo en cuenta que hay que desandar todo lo andado para volver al punto de partida. Aquí no hay ruta circular, ¡si seguimos hasta el final son 140 kilometros!.

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Pontón de la Oliva

Nosotros no pudimos alargar mucho más el día, porque empezó a llover, y no sólo nos preocupaba salir de la pradera en la que estábamos, ya que la bajada hasta la misma es bastante empinada y de arena fina, sino sacar el coche del aparcamiento, que tampoco es zona asfaltada. Así que nos fuimos muy satisfechos con lo descubierto pero con una tarea pendiente, volver a patear un trecho del GR-10 y tener la vista de este valle desde el lado opuesto.

miércoles, 14 de junio de 2017

Elizondo, capital del Valle de Baztán

En un recóndito lugar de la Comunidad Foral de Navarra, casi rozando tierras francesas se encuentra el Valle del Baztán. Salpicado de pequeños pueblos con impresionantes caseríos y palacios con grandes balconadas. Sin duda la zona más verde del Pirineo, pero sus buenos días de nubes y lluvias les cuestan.

Elizondo es el centro neurálgico y comercial de este precioso valle. Desde que Dolores Redondo publicó la trilogía del Baztán, el interés de la gente por este lugar se ha disparado y con ello el turismo. Pero aun así, no esperéis tumultos ni calles llenas de turistas. Se puede seguir recorriendo esta zona con tranquilidad e integrarse en el día a día de los vecinos que siempre están encantados de que vengas a descubrir su precioso tesoro.


Elizondo, Navarra

Elizondo, Navarra

Elizondo, Navarra

El encanto de Elizondo radica en su centro urbano en sí. Además de las grandes casonas de indianos, el río Bidasoa jugueteando entre sus casas aumenta su belleza y atractivo. 


Elizondo, Navarra

Tiene una iglesia relativamente reciente, principios del siglo XX, pero tiene una estética peculiar y colorida que contrasta y alegra el cielo en los días grises. 


Elizondo, Navarra

Imprescindible recorrer las calles de Jaime Urrutia y Braulio Iriarte, cuyas casas de grandes blasones y escudos se asoman y contemplan el fluir del Bidasoa sin descanso. 


Elizondo, Navarra

Elizondo, Navarra

Desde el puente Mendinueta hasta Foru Plaza, a uno y otro lado del río se concentra el mayor atractivo de Elizondo.


Elizondo, Navarra

Elizondo, Navarra

Elizondo, Navarra

En la calle de Jaime Urrutia, hay una zona porticada muy auténtica y útil, debido a la alta pluviometría de la zona, donde podemos encontrar algún restaurante donde probar la exquisita gastronomía de la zona o sidrería donde degustar esta bebida local. Pero si preferimos el dulce, en la calle de Santiago, junto a la iglesia, la pastelería Malkorra nos ofrece verdaderas delicias típicas de la zona.

Como en muchas otras villas, no puedo más que recomendarte que pasees, te dejes llevar y descubras cada recoveco de Elizondo. ¿Quién sabe lo que te puedes encontrar?