martes, 22 de agosto de 2017

Peñíscola, tierra de templarios y leyendas

Peñíscola, peculiar orografía, estratégica situación y hermosa arquitectura. 

He de confesar que a pesar de que mi primer contacto consciente con Peñíscola (a pesar de que mis padres se empeñan en convencerme de que estuve allí con 2 o 3 años ¡y me tengo que acordar!) no fue de lo más ideal, hoy soy una enamorada de esta villa medieval. Algo emana de sus estrechas y empinadas calles, de su castillo, de sus plazas... que más embelesan al visitante cuanto más pasea y más pausado es su recorrido. 

Recuerdo que fue hace unos tres años. Pasábamos unos días en Alcossebre y decidimos pasar la tarde y posiblemente cenar en Peñíscola, que solo distaba a una media hora o tres cuartos de donde no alojábamos. 

Como era un día entre semana decidimos ir por la N-340 en vez de la de peaje, pero primera en la frente, camiones hasta aburrir que no nos permitían superar los 50 km/h y llegando a Santa Magdalena de Pulpis totalmente parados. Y así pasó el tiempo hasta que llegamos a la altura de una gasolinera y vimos la razón del parón: un control de la policía. 

Pasado el control, volvimos a nuestros 50 km/h y así llegamos hasta la desviación a Peñíscola. Había pasado más de hora y media desde que salimos. Una vez allí nos tocó buscar aparcamiento. Sí, ya se que hay un enorme aparcamiento en superficie, pero no había ni un hueco, había más coches buscando aparcamiento que coches aparcados. Al final, de tanta vuelta mi hijo se mareó y vomitó en el coche, así que con los nervios a punto de estallar nos dirigimos hacia el paseo marítimo para aparcar en el aparcamiento subterráneo (para el que había que esperar cola porque también estaba completo) y me bajé con él peque, mientras mi marido se quedaba guardando cola para aparcar. 

Nos fuimos hacia la playa, le quité la camiseta y la lavé en las duchas para limpiarse la arena cuando sales de la playa, fuimos a una tienda a comprarle una camiseta limpia y nos volvimos a la playa a que tomara un poco de aire a ver si se le pasaba el malestar. Al rato apareció mi marido y fue entonces, cuando después de un rato, ya empezábamos a estar más tranquilos cuando me di cuenta del precioso espectáculo que había en frente nuestro. Al final de la playa del norte se levantaba una enorme e imponente roca con un castillo en su copa y un camino de subida perfectamente iluminado. Fijaros que ya se nos había hecho de noche. Fue cuando me decidí a sacar una foto a esa preciosa postal.


Peñíscola
Peñíscola desde la Playa del Norte
Pero ni paseo por el casco histórico ni cena ni nada. Me volví intrigada por saber qué ocultaban esos muros, donde llevaba ese camino iluminado...  me negaba a que esa primera impresión fuera la que perdurara en mi recuerdo asi que al año siguiente lo intentamos de nuevo.

Portal de San Pere, Peñíscola
Portal de San Pere
Aquello fue distinto. El paseo fue muy agradable. Las estrechas callejuelas de casas encaladas y cuidadas consiguen embaucarte y encandilarte a pesar de el exceso de tiendas de recuerdos que insisten en retrotraerte a la actualidad.

En contrapartida, otras tiendas de productos artesanos y de atractiva estética o la selección de restaurantes de gran calidad y reconocimiento, retienen tu caminar y pausan tu visita añadiendo un punto mas de disfrute. 

Aparcamos en el aparcamiento en superficie y nos dirigimos hacia el Portal de San Pere, del siglo XV, por donde iniciamos nuestro recorrido. 

La entrada es imponente y señorial: muralla, gran puerta de acceso a la villa con el escudo del Papa Luna y calle adoquinada. Parece ser que era una puerta de acceso desde el mar hasta que se construyó el puerto.

Había turistas, pero ni comparación con el año anterior. Podías pasear y sacarle el sabor a cada calle y mirador.


Muralla de Peñíscola
Vistas del Mar Mediterráneo desde la muralla de Peñíscola
Elegir un recorrido es tarea sencilla, los monumentos que te marcan en el mapa del casco antiguo parecen colocados estratégicamente para facilitar la visita, pero si no dispones del mapa tampoco hay perdida. El instinto y la curiosidad del visitante te guiará desde el Portal de San Pere, subiendo toda la calle que bordea la villa, pegado a la muralla y disfrutando en todo momento de las extraordinarias vistas de la costa y del Mar Mediterráneo mientras pasas por:

El bufador de Peñíscola
El bufador
El bufador,  un túnel natural excavado en la roca por donde el agua discurre y en los días de temporal, cuando sube la marea provoca sonidos cual bufidos e incluso llega a expulsar chorros de agua hacia el exterior. 

Peñíscola
Muralla de Peñíscola
El museo de la mar, como salvaguarda del patrimonio marinero de Peñíscola. Para los amantes del cine, aquí encontrareis la primera reseña de una escena de la película de Calabuch que fue grabada justo aquí, donde podemos hacer un receso y disfrutar de las vistas bajo la sombra que nos regala un frondoso árbol. 

La casa de las conchas, la más llamativa y original de todas las casas de Peñíscola. Aparece indicada en el plano de turismo, pero si quieres saber más sobre su historia tienes que investigar un poquito por tu cuenta. Y eso hice, leyendo otros blogs encontré la página de Facebook y un poquito de su historia. Aunque hoy es una tienda de artesanía y recuerdos, esta casa fue construida en los años 50 por la familia de la que fuera, posiblemente, la primera guía turística de Peñíscola. 

Casa de las Conchas, Casa de las Conchas
Casa de las Conchas
Y finalmente y tras subir unas cuantas escaleras llegarás al faro. Allí se abre una pequeña plaza donde podemos dar casi por finalizado nuestro paseo por la muralla. Es hora de entrar de lleno en el casco histórico, y que mejor forma que por el lateral del Castillo del Papa Luna (Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1931). 

El Castillo del Papa Luna se encuentra en el lugar más elevado del peñón y fue construido por los Templarios sobre unas ruinas de una alcazaba árabe. Como podrás imaginar, son múltiples las historias y leyendas que hay en torno a este castillo habitados por tan misteriosos anfitriones. Tesoros escondidos, brujas, maldiciones, conjuras... te lo puedes creer o no, pero después de visitar el castillo, lo que tienes claro es que el tesoro real que encontró el Papa Luna en Peñíscola fue la paz de sus calles, el acogimiento de su gente, los aromas de la zona y las maravillosas vistas sobre el Mar Mediterráneo. Y nadie pudo arrebatárselo.


Faro de Peñíscola
Faro de Peñíscola


Papa Luna
Escultura del Papa Luna. Una de las pocas ocasiones en que no tiene a nadie al lado fotografiándose con él.
Después de visitar el Castillo deberemos de seguir hacia la Plaza de Armas, donde nos podremos tomar una estupenda y fresquita horchata en una de sus terrazas. 

Nuestra Señora de la Ermitana, Peñiscola
Nuestra Señora de la Ermitana
Seguimos hacia la Iglesia de Nuestra Señora de la Ermitana, patrona de Peñíscola y comenzamos nuestro descenso hacia la zona llamada Parque de Artillería. En este tramo, si tenemos intención de quedarnos a comer o cenar, encontraremos una gran concentración de restaurantes donde disfrutar de la rica gastronomía de la zona que satisfarán a los paladares más exigentes. 

Por esta zona, de estética militar, podremos subir a la muralla, pasar por encima del Portal de Santa María, desde donde tendremos una buena perspectiva de la Plaza de su mismo nombre. 


Plaza de Santa María, Peñiscola
Plaza de Santa María preparándose para un concierto de Jazz

Si seguimos adelante y atravesamos la plaza, saldremos de nuevo al Portal de San Pere por donde iniciamos el recorrido. ¡Pero no te vayas aun!

Si quieres descubrir la Peñíscola menos "invadida" y menos turística, estás a las puertas. Callejea pausadamente por las callejuelas que hay detrás de la Iglesia de Santa María y disfruta de alguna de sus intimas terracitas. Incluso en plena temporada, aquí podrás seguir encontrando el soplo de tranquilidad y esencia que otras partes de la villa casi pierden en estos días. 

Esta parte la descubrimos en nuestra tercera visita. Donde definitivamente claudiqué ante la belleza y el atractivo de Peñíscola. 

Sólo un consejo si vas con niños. Llevar un carrito en vez de en una mochila portabebes es un gran error (que, por cierto, cometimos nosotros en nuestro segundo año). Peñíscola no está echa para carritos de niños. Hay que subirla, bajarla y recorrerla a pié. Y lo que no ande, ¡a la espalda! 

Así podrás descubrir la preciosa y embaucadora Peñíscola. De castillos, caballeros y piratas. De sueños y leyendas. De artesanos y pescadores. De todo aquel que se deje querer. 

Por si echais en falta alguna foto más de la visita, a continuación os dejo alguna que no he interacalado durante la descripción de la visita por si se perdía el hilo de la historia.


Peñiscola
Callejuela de Peñiscola
Peñiscola
Calle con tiendas de artesanos y restaurantes
Peñiscola
Vista del litoral Mediterráneo desde la muralla
Peñiscola
Callejuela típica

Peñiscola
Subida al faro
Peñiscola
Peñiscola la nueva desde las viejas murallas



Peñiscola
Murallas de Peñiscola (Parque de artillería)

Capilla cerca de la Plaza de Santa María

Y por si necesitais más información sobre el recorrido de cine, por si os vais a quedar varios días y esto os ha sabido a poco o porque os gustaría profundizar más en la historia de esta villa medieval, aquí os dejo la página web de Turismo de Peñíscola. En su apartado de "organiza tu viaje" teneis una zona de descarga donde tienen colgados varios documentos muy interesantes (entre ellos el plano del casco histórico). Espero que la disfruteis. 


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