martes, 30 de mayo de 2017

Zugarramurdi: respirando magia

Hay determinados sitios que, cuando llegas, te hacen sentir algo diferente. No se si es lo que respiras, lo que ves o simplemente algo que está ahí y te invade desde el minuto uno que pisas ese lugar. Pues prepárate para esta sensación si visitas Zugarramurdi. 

Aunque la mayoría de los visitantes llegan a este recóndito lugar atraídos por las historias de brujería que rodean a esta localidad, más aun desde que se estrenó la película de "Las brujas de Zugarramurdi", lo cierto es que este lugar sin leyendas ni historias, lo único que perdería sería turismo, pero sería igualmente cautivador debido a la arrebatadora belleza que desprende cada rincón.

Tanto el pueblo como las cuevas y su entorno tienen una atmósfera mágica que te conquistará. Así que, aparca el coche cuanto antes y échate a andar. Vayas donde vayas, intenta hacerlo andando, paseando tranquilamente y contemplando todo lo que te rodea. Todo está lo suficientemente cerca como para que este paseo que te sugiero no requiera ningún esfuerzo.

Zugarramurdi
Entorno del pueblo de Zugarramurdi
Lo más recomendable es dejar el coche en una zona de aparcamiento a las afueras del pueblo dirección Francia. Está perfectamente señalada, pero te dejo las coordenadas para facilitar la llegada: 43.270602, -1.541229.

Desde allí, si tomamos la calle Beitokarrika llegaremos primero al Museo de las brujas y un poco más allá, a las cuevas de Zugarramurdi. 

El museo de las brujas. 

Inaugurado en 2007 y acogido en el antiguo hospital de la zona, este museo nos muestra como era la vida en la localidad allá por principios del siglo XVII, época en el que tuvo lugar el terrible episodio por el que se ganó el apodo de Pueblo de las brujas, su relación con la brujería y con la Inquisición. 

Zugarramurdi
Entrada al museo de las brujas
A través de vídeos, documentos, láminas y recreaciones de lugares y vestimentas usadas en aquella época, podemos acercarnos más a lo que pudo haber ocurrido cuando en 1610 una joven aseguró que había volado y haber visto a gente del pueblo participando en aquelarres. Como lamentablemente intervino la Inquisición y, como aplicó sus drásticos métodos de confesión y concluyó el suceso con 53 acusados, 11 de los cuales terminaron sus días en la hoguera. 

Zugarramurdi
Detalle interior del museo
En resumen, un curioso museo creado en memoria de las victimas de este día fatal que cuando menos, consigue poner los pelos de punta al visitante.

Si vais a entrar con niños valorarlo antes. Dependiendo de la edad puede no ser lo mas adecuado. Si son demasiado pequeños, no hay problema porque no lo entienden, pero a partir de los 4 años les puede dar algo de miedo. En cualquier caso, ante la duda y ya que estamos allí, se puede probar, siempre hay tiempo para salirse y el precio de la entrada no es excesivo. 

Precio: 4,5€ para adultos y 2€ para niños entre 6 y 12 años. Con esta entrada te descuentan 1€ en la entrada de la cueva. 

Zugarramurdi
Paseo desde el museo de las brujas a las cuevas
Cueva de Zugarramurdi.

Como bien indica su pagina de turismo, "siente la magia de la naturaleza y de las tradiciones". Ni quiero ni puedo añadir más, es así. Tal cual. 

Ni la cueva ni la visita a la misma es convencional. No se trata de un paseo entre estalactitas y estalactitas sin poder tocar nada por su valor geológico. Tampoco esperemos encontrar pinturas rupestres en sus paredes. En este caso su interés es histórico por los ritos paganos que allí se celebraban y su atractivo es el halo de magia que desprende cada rincón. 

Su origen es similar a otras cuevas situadas en zonas karsticas por las que pasan corrientes de agua. En este caso Infernuko Erreka es el responsable de esta formación, tres cavidades cada una con su encanto personal. 

Pero antes de llegar a ellas recorreremos un pequeño sendero de cuento de hadas que nos hace caminar en silencio y dar rienda suelta a nuestra imaginación. Duendes, hadas, brujas... de todo puede aparecer en cualquier momento.

Zugarramurdi
Sendero hacia la cueva grande
Zugarramurdi
Sendero hacia la cueva grande
Zugarramurdi
Sendero hacia la cueva grande
Zugarramurdi
Zugarramurdi desde el mirador de las cuevas
Tras cruzar por segunda vez el riachuelo nos enfrentamos a la primera cueva, la mas grande. Una vez entres, no te quedes con las ganas de explorar hasta el más recóndito lugar. Todo está abierto a visitantes curiosos. Si cabes, puedes entrar. 

Zugarramurdi
Cueva grande
Saliendo por el otro extremo, nos encontramos a la izquierda una escalera que nos lleva a un alto que nos regala una bonita perspectiva de toda la cueva y gracias a las sobras que crean las luces colocados en rincones estratégicos de la oquedad, no cuesta imaginarse los aquellarres que allí tenían lugar. 

Zugarramurdi
Cueva grande
Zugarramurdi
Cueva grande desde la parte superior donde hay más recovecos para descubrir
Cerca de donde nace esta escalera, encontramos una antigua calera y un poco más adelante la cueva pequeña. Nada que decir, entra, descubre, toca, siente...

Zugarramurdi
Cueva pequeña
Zugarramurdi
Cueva grande desde la pequeña. También se puede ver la entrada a la calera
Frente a esta segunda cueva hay un pequeño puente de madera que nos llevará por un pequeño sendero hasta la tercera cueva o cueva de los aquelarres. Desde esta cueva también podremos contemplar una panorámica de la cueva grande. 

Zugarramurdi
Sendero de subida a la cueva de los aquelarres
Zugarramurdi
Entrada a la cueva de los aquelarres
¿Visitar esta cueva con niños? No hay idea mejor. Les va a apasionar el poder descubrir por si mismos, el poder tocar y experimentar de primera mano esta naturaleza en estado salvaje. Eso sí. A la entrada del recinto indican que la duración de la visita ronda las 2 horas. Si vais con niños, no hagais este cálculo porque no habrá manera de sacarles de allí.  

Precio: 4€ para adultos y 2€ para niños de 6 a 12 años. 

Pueblo de Zugarramurdi y cuevas de Urdazubi/Urdax

Si terminadas las visitas tenemos tiempo y nos apetece, en el pueblo, junto a la iglesia y en las calles aledañas podemos encontrar una gran variedad de restaurantes para tomar algo o comer y degustar la estupenda gastronomía de la zona y por la tarde, muy cerca tenemos las cuevas de Urdazubi/Urdax, de más valor geológico y con menos leyenda que pueden suponer el remate perfecto para un día por esta hermosa y pintoresca localidad. 

Zugarramurdi
Arquitectura típica de esta localidad
Zugarramurdi
Plaza principal donde se convergen todas las calles
Zugarramurdi
Panorámica de Zugarramurdi

jueves, 25 de mayo de 2017

Visitando un invernadero en Almería

Hace unos meses, por motivos de trabajo, tuve que acercarme a Almería. Fui desde Madrid a Málaga en avión y desde allí alquilé un coche para ir a Roquetas de Mar, donde estaba mi hotel.

No se si alguna vez habeis ido en avión o en coche a Almería, pero el paisaje es casi lunar. El famoso astronauta Pedro Duque ya dijo: "Desde el espacio destacan más los invernaderos de Almería que la Muralla China".


Recorte de la zona tomada del Google Maps
Y me lo creo. Como si de un gran manto de nieve se tratara, kilómetros y kilometros de invernaderos, tan juntos que ni una  brizna de tierra se puede ver, se despliega a lo largo y ancho del litoral entre las localidades de Adra, El Ejido y Roquetas de mar. Es una superficie que abarca unos 350 kilómetros cuadrados, una superficie mayor que el Principado de Mónaco (te animo a que eches un vistazo en Google Maps, es una imagen más que curiosa). El único pedazo de suelo que se libra de este coloso que parece avanzar sin tregua hacia el mar es el Paraje Natural Punta Entinas-Sabinar, separados ambos únicamente por la AL-3300.


Invernaderos de Almería
Invernadero junto a la  AL-3300 y Cartel de
Paraje Natural enfrente. De fondo el mar.
Y es que la producción Almería es superior a la de Murcia y Valencia juntas. Pero ¿cuanto se queda en casa? Pues no mucho. Más del 65% de la producción de Almería se exporta a Europa, principalmente a Alemania, Francia, Reino Unido y Holanda. Por ello es conocida como la "Huerta de Europa".Según conducía hacia Roquetas, me iba fijando en este peculiar paisaje. Había invernaderos en zonas llanas, pero otros parecían empotrados en las rocas desafiando a la ley de la gravedad. Sólo pensar en los operarios que tuvieran que subir hasta allí y trabajar en ellos, ya me agotaba. Poco a poco me fue picando la curiosidad de como serían por dentro, como se trabajaría... en fin, como es la vida en un invernadero. Ahora con la serie de Mares de Plástico, nos han abierto este extraño y peculiar paisaje a todo el que la haya seguido pero, no hay que olvidar que no es más que una historia de ficción en un entorno real.

Llegué a mi hotel, el Envía Almería Wellness & Golf, un hotel de 5 estrellas cerca de Roquetas de Mar y desde el que mires para donde mires, no se como lo han conseguido, pero no verás ni un plástico. Sólo árboles y  flores a tu alrededor.

El Hotel Envía es increíble. Su restaurante, las habitaciones, el servicio, la piscina, el lobby bar... pero lamentablemente está cerca de ser un hotel fantasma. Tiene unas dimensiones desproporcionadas en relación con los huéspedes que allí se alojan, por lo menos en el mes que estuve yo. Quizá en verano la cosa cambie. De hecho, era tan raro cruzarte con alguien por los pasillos que cuando esto sucedía hasta nos saludábamos.


Hotel Envía Almería
Piscina del Hotel Envía Almería

Hotel Envía Almería
Lobby Bar del Hotel Envía Almería


Hotel Envía Almería
Lobby Bar del Hotel Envía Almería desde la primera planta
Mi viaje no me dió ni un respiro para relajarme en el spa (y eso que me lo habían recomendado) y no se jugar al golf, así que de estos servicios no puedo opinar.

Una de las noches nos llevaron a cenar a un restaurante en Aguadulce, llamado La Bodega del Jamón. Es lo bueno de que te recomiende alguien de la zona. De hecho, para ser entre semana, estaba bastante lleno, cosa que no esperabamos cuando íbamos hacia allí, ya que apenas había gente por las calles. Cenamos de película: chopitos, salmonetes, solomillo, calamares... todo lo que pedimos estaba en su punto. El servicio muy amable y atento y el local muy acogedor. Os lo recomiendo.  

Fue en esa misma cena donde surgió la conversación. Comentando lo que me había llamado la atención esta zona con una explotación tan intensiva del terreno y la curiosidad que me suscitaba que se cocía en su interior, fue cuando me dijeron que había una posibilidad de visitar un invernadero por dentro si estaba interesada. ¿Que si me interesaba? Pues claro, ¿a quien no le gustaría cotillear debajo de alguno de esos plásticos blancos?

Dicho esto, al día siguiente me llevaron a Clisol, el invernadero que está abierto a todo el que quiera aprender, saciar su curiosidad o darse cuenta de lo poco que sabemos y el poco valor que le damos a la agricultura en general y a los invernaderos en particular, siendo en este sector en el que mas personas trabajan en España, después del turismo.

Invernadero de Clisol
Invernadero de Clisol donde comienza la visita
Nos recibió Lola, un encanto de mujer y una enamorada de lo que hace y deseosa de contar a quien la quiera escuchar como es el trabajo en un invernadero: te explica detalladamente como es todo el proceso desde la semilla hasta la recolección de ciertos cultivos como el pimiento y el tomate, los cuidados y tratamientos que requieren. Ella te explica de forma sencilla lo que hay, la pura realidad y lo lejos que está de los que los medios intentan vendernos de forma tendenciosa las pocas veces que centran sus noticias en la agricultura. Lola te muestra como la agricultura ha evolucionado hasta límites que no podrías ni creer y te das cuenta de que la imagen del agricultor de ahora no es ni de cerca la que viene a tu mente cuando piensas en esa figura. El agricultor de hoy en día es un agricultor cualificado, que usa tecnologías avanzadas y que está concienciado con el medio ambiente y con la seguridad de sus trabajadores. 

De hecho en el exterior tenía instalado un equipo parecido a una balsa donde se echan los restos de los tratamientos químicos y con el tiempo y la temperatura, el agua se evapora y los residuos quedan en forma de lodo. Estos lodos son los que se llevan a una empresa de gestión de residuos, pero la cantidad es menor al estar concentrado que si los enviaran directamente después del tratamiento sin evaporación previa. Esto les saldría bastante más caro porque el precio va en función del volumen.


Invernadero de Clisol
Invernadero multitunel de Clisol: cultivando pimientos 


Invernadero de Clisol
Invernadero multitunel de Clisol: rieles de calefacción que
a su vez sirven de guía para los carros de recolección

Todo esto se puede comprobar durante la visita: recirculación de los drenajes, los carteles de prevención de riesgos tanto en español como en marroquí, el control automático de humedad y temperatura que condiciona la apertura o el cierre cenital del invernadero...

Pero no sólo esto me sorprendió, también cosas tan sencillas como el olor del Albahaca (planta que tienen al principio de cada línea para ahuyentar a la mosca blanca) o la forma de enrollar las plantas de tomates para facilitar luego su recolección. 

También nos explicó el concepto de "producción integrada", un modo de agricultura que busca el equilibrio entre el control biológico y químico de las plagas, utilizando productos de forma medio ambientalmente sostenible. ¿Habeis oido hablar de la producción integrada en algún medio de comunicación? Yo no. Parece que sólo existe agricultura ecológica y que el resto de los agricultores echan productos a los cultivos sin control (nadie echa más de lo necesario, los tratamientos resultan muy caros, nos explicó Lola).

Lola es cercana y sincera y claramente nos habló de las trabas que les ponen también algunas grandes cadenas de supermercados (principalmente extranjeras) a las que exportan sus productos. Les limitan la cantidad de productos que pueden aplicar a sus cultivos, haciéndoles perder una gran cantidad de su cosecha por no poder combatirla con ningún medio químico. De hecho, nos enseño un tractor entero de ramas con pequeños pimientos rojos (tamaño guindilla) que les habían arrancado de la mata porque estaban infectados de no se que plaga o enfermedad y esa era la única forma de erradicarla. Cortando y tirándolo a la basura. La verdad, una lástima.

Otra cosa que me llamó la atención fue que durante la visita, los operarios estaban trabajando. El personal estaba recolectando esos pequeños pimientos sentados en unas sillas que apoyadas sobre rieles se desplazaban del principio al final de cada línea y al lado de cada silla tenían las cajas donde depositaban lo que iban recolectando. Me alegré por las lumbares de aquellas personas.


Invernadero de Clisol
Operario recolectando

También vimos otro invernadero que tenían un poco más arriba y que era el que usaban como semillero y donde se preparaban las plántulas que luego crecerían en el primer invernadero. 

Siendo este de menores dimensiones que el anterior, como las plantas estaban casi a nivel del suelo, el invernadero parecía infinito. 


Invernadero de Clisol
Invernadero semillero

Y ¿qué mejor forma de terminar la visita que con una degustación de sus productos? Nos llevó a una nave aledaña al primer invernadero donde tenía su tienda y un gran espacio diáfano donde nos contó que utilizaba para hacer multitud de actividades con la idea de acercar la agricultura a la gente. Nos contó que tenía convenios con varias Universidades extranjeras y colegios de la zona también iban a visitarles con frecuencia. Además, ciertas empresas de turismo organizaban visitas a sus invernaderos y luego esos mismos turistas, durante su estancia en la zona iban a comprarle a su tienda. 


Invernadero de Clisol
Degustación de productos cultivados en Clisol
La degustación fue una explosión de sabores. Aquellos pequeños pimientos rojos que había visto antes y que parecían guindillas en realidad ¡eran dulces!. Tenían un sabor muy agradable, fresco y jugoso. Luego probamos varios tipos de tomates tipo cherry, kumato o tomate pera, pero todos de tamaño reducido y la verdad es que todos estaban exquisitos. Fue un agradable fin para una de las visitas más originales e interesantes que he realizado en mi vida. 

En conclusión, os recomiendo de verdad que hagais una visita a Clisol. Seguro que no os arrepentireis, Clisol está abierto a cualquiera que quiera acercarse, no importa la edad, sólo que quieras descubrir como es la actualidad en la llamada "Huerta de Europa".
Os dejo el link a su página web por si estais interesados.

Ir a la web de Clisol

Si finalmente os acercais por allí, me gustaría saber cómo os ha ido y si os ha impresionado tanto como a mi. Me encantaría ver vuestros comentarios.  



miércoles, 17 de mayo de 2017

La ermita de San Frutos, una leyenda y algunos buitres.

Hoy, después de más de 10 años he vuelto a este extraordinario lugar. Estareis conmigo en que hay ciertos enclaves que tienen alrededor un halo de magia y misterio que hace entender en décimas de segundo el por qué hace siglos alguien decidió que era un lugar idóneo para la oración, la peregrinación, la meditación, etc…

Según iba andando me he dado cuenta de que el tiempo pasa extremadamente rápido, pero que en el fondo todo sigue igual. La ermita de San Frutos estaba igual, impasible al tiempo. El Duratón seguía corriendo al fondo del cañón y los visitantes seguían haciendo las mismas fotos. ¿Cuánta gente habrá pasado por aquí en los últimos 10 años? ¿cuantos hemos sentido la necesidad de volver? ¿quién habrá podido disfrutar de estas vistas en soledad? ¿de una puesta de sol? ¿de un amanecer?

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Ermita de San Frutos y su inseparable Duratón
Realmente, es un lugar que trasmite una paz extraordinaria e invita a la contemplación. Sería estupendo tener la oportunidad de contemplar estas vistas durante un día entero. Ver como las tonalidades del paisaje van variando con el sol y se van desplazando con el pasar de las horas... y sólo pensar en volver cuando sientas que ha llegado el momento. Sin prisas, sin reloj...

Pero a día de hoy, esto está muy lejos de pasar, nuestras planificaciones están condicionadas a la paciencia y motivación que creamos en lo dos pequeños que llevamos con nosotros, por lo que hoy nos conformamos con un tranquilo paseo por la zona, pero nada de contemplación indefinida.

¿Cómo se llega hasta este bucólico lugar? 
Llegar no es difícil. Está bastante bien señalado si la primera desviación la tomas bien. Si vienes por la carretera SG-232 dirección Sepúlveda, un poco antes de entrar en el pueblo hay que desviarse a la derecha hacia Castrillo de Sepúlveda (SG-241). Después de unos 5 kilómetros durante los que vamos a poder disfrutar de una estupenda panorámica de Sepúlveda, tomamos una desviación hacia la izquierda. A partir de aquí ya viene bien indicado el Parque Natural de las Hoces del río Duratón o la Ermita de San Frutos.

Cuando ponemos el GPS y nos dice que desde Sepulveda, que dista tan solo 17 kilómetros nos va a llevar 30 minutos de viaje, no le encontramos el sentido, pero es que desde que abandonamos la SG-V-2418, tenemos unos 4 ó 5 kilómetros hasta el aparcamiento por un camino de arena muy uniforme, pero con algún que otro agujero y, si además llevamos un coche delante, la nube de polvo que levanta, nos hará reducir bastante la velocidad y mantenernos a distancia. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Camino hacia San Frutos
Una vez aparcado el coche (41.326833, -3.869111) tenemos que seguir andando vayamos donde vayamos. Las posibilidades en la zona de Sepúlveda, tal y como indica el mapa informativo que encontraremos a la altura de la baliza (este, afortunadamente, sí que ha cambiado del que había hace 10 años), son varias, pero nuestra intención hoy es acercarnos hasta la Ermita de San Frutos y, si tenemos suerte, ver algún que otro buitre de los que sobrevuelan la zona. 


Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Camino hacia San Frutos
El camino de ida no llega a kilómetro y medio es casi todo cuesta abajo. Prácticamente desde el principio, nos va a permitir no perder de vista la ermita y poder deleitarnos con diferentes perspectivas de la misma junto a su inmejorable entorno. A unos 300 metros del inicio del camino, tenemos una pequeña señal que nos desvía a un mirador (41.326735, -3.873315) desde el que contemplar la ermita abrazada por su zigzageante Duratón. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde el mirador


Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde el mirador
De aquí en adelante, ya no hay más miradores indicados, pero cualquier momento es bueno para acercarse al cortado de nuestra derecha y echar una mirada a este paisaje que no deja impasible a nadie. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Vistas desde el cortado derecho
El de la izquierda no tiene vistas tan espectaculares, pero es desde donde podremos ver a los buitres y algún que otro grupo de piraguas haciendo la ruta de las hoces. Experiencia totalmente recomendable si quieres oir el batir de las alas de los buitres entre el silencio y quieres navegar entre paredes de más de 100 metros. Nosotros lo hicimos hace varios años y tenemos la intención de repetir el año que viene los cuatro. No tiene ningún peligro, por lo que es una excursión apta para cualquier edad. 

Si seguimos bajando hasta la ermita, nos encontraremos con un pequeño puente de no más de 3 ó 4 metros de largo. Este puente es el único acceso al conjunto monástico perteneciente al priorato de San Frutos y salva una enorme grieta conocida como La Cuchillada.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Justo antes de La Cuchillada

Según cuenta la leyenda, esta grieta fue hecha por un golpe que San Frutos dio en el suelo con su bastón al ver a unos cristianos que estaban siendo perseguidos por unos musulmanes. Con este golpe, consiguió salvar a los cristianos que pudieron refugiarse en la ermita junto con el santo.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Cruz de hierro forjado y espadaña de la ermita al fondo
Poco después de pasar el puente, a la izquierda de nuestro camino hacia la ermita, encontramos una enorme cruz de hierro forjado con 7 llaves grabadas que representan las 7 puertas de Sepúlveda y conmemora una peregrinación que tuvo lugar allá por 1900.

Finalmente llegamos al priorato de San Frutos. Una puerta ojival nos da la bienvenida y nos invita a pasar.

Nos adentramos hacia la Ermita por un pasillo flanqueado entre gruesos muros y unas escaleras que salen a nuestra derecha nos llevarán hasta la ermita. Esta ermita fue construida en el siglo XI sobre una iglesia visigótica del siglo VII, posteriormente en el siglo XII se añadieron nuevos absides y en el siglo XVIII se reformó el interior. Fue con la desamortización, cuando este conjunto quedó completamente abandonado. Junto a la ermita podemos adivinar donde se encontraban las dependencias de los monjes, con una escalera que daba directamente al atrio. Este conjunto también disponía de un gallinero, caballerizas y un pajar.

Hoy tuvimos suerte y la ermita estaba abierta, así que, por primera vez pudimos visitarla y ver el altar bajo el cual se encuentra la piedra cuadrada a la que debes de dar tres vueltas gateando para no padecer hernia. A este rito se le conoce como “pasar por la piedra del Santo”.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Detalle del interior de la ermita
Además de la leyenda de La Cuchillada que os he contado anteriormente, existe otra que cuentan los propios muros de la ermita sobre un marido celoso que arrojó a su mujer al precipicio, siendo esta salvada por San Frutos. "Aquí yace sepultada una mujer de su marido despeñada y no murió e hizo a esta casa limosna de sus bienes".

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Frontal de la ermita de San Frutos
Atravesamos las ruinas del priorato y salimos por la zona posterior. Enfrente, encontraremos las tumbas de los Santos y una amplia zona de prado donde decidimos sentarnos un ratillo a descansar, beber un poquito de agua y tomar un tentempié antes de volver.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde donde hicimos el receso
Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Cruz de hierro forjado desde la entrada al conjunto monástico
La vuelta fue dura, los pequeños empezaban a acusar el cansancio y la cuesta arriba se les hizo imposible, así que no quedó más remedio que llevarles a caballito hasta el aparcamiento. Esto nos tomó algo más de los 20 o 25 minutos que habíamos tardado en bajar con tiempo para fotos incluido, pero mereció la pena. Además de lo que os he contado, pudimos ver multitud de buitres, muchos de ellos desde bastante cerca, lo que le añadió un punto de interés adicional. Una vez en el coche, no habíamos abandonado aun la carretera de arena y ya habían caído fritos los dos.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Ventana que me hubiera gustado
llevarme para tener estas vistas cada
mañana.

martes, 9 de mayo de 2017

OLITE: poderoso castillo

Muchos han sido los viajeros, nobles, escritores, historiadores, etc... que desde la Edad Media hasta nuestros días se han sentido atraídos por Olite, en especial por su imponente Palacio, considerado uno de los más grandes y lujosos de Europa.
x
En el British Museum de Londres, por ejemplo, hay un diario de un viajero alemán que data del siglo XV que reza: "Seguro estoy que no hay rey que tenga palacio ni castillo más hermoso y de tantas habitaciones doradas".  
x
También, nuestro gran Gustavo Adolfo Becquer, se sintió atraído por las ruinas de este castillo y le dedicó un pequeño ensayo
"Castillo Real de Olite. Notas de un viaje por Navarra". Es un corto relato que os animo a leer, pues tiene una descripción detallada de la exacta sensación que provoca Olite cuando la visitas y te adentras en sus calles. 
x
Con tantas importantes referencias y testimonios que existen y tantas fotos como había visto, tenía que experimentar la sensación de poder
Aparcamos en Olite (42.483277, -1.650746) en un aparcamiento público al aire libre. Justo al lado del Convento de San Francisco, del siglo XIII. Dice la leyenda que fue fundado por el mismo San Francisco de Asís. 
x
Olite
Convento de San Francisco
Desde allí una carretera escoltada por arboles de ramas de extrañas formas nos deja en menos de 100 metros en la puerta de entrada ojival a esta impresionante villa.

Olite
Entrada a la villa de Olite desde el Convento de San Francisco

Olite
Vista del Palacio Real y el Pozo del hielo
Unos metros antes de atravesar la puerta de la villa, pegado a la muralla podemos ver el pozo del hielo. Un huevo enorme que oculta un pozo de 8 metros que servía en el pasado para almacenar hielo durante todo el año.
x
Olite
Plaza de Carlos III
Una vez traspasada la puerta de la villa, tomamos la calle de la derecha en la bifurcación y llegamos a la plaza del Carlos III, sin discusión alguna nos dirigimos hacia el Palacio Real. La entrada es gratuita para niños menores de 6 años y cuesta 3,5€ para adultos. Esta te da acceso a la planta baja, primera y posibilidad de subida a 6 torres desde donde se ve una fantástica panorámica de la villa, los alrededores y la Iglesia de San Pedro que visitaremos más adelante.
Olite
Visitando el Palacio Real
x
El Palacio Real fue construido a principios del siglo XV por orden de Carlos III, el noble. Un derroche económico y de imaginación "que tenía tantas habitaciones como días el año" y que por muchos años, debido a su magnificencia fue alabado y considerado como uno de los castillos más lujosos de Europa, celebrándose en ellos fastuosas bodas y reuniones políticas. 

Olite
Visitando el Palacio Real
Tras la conquista de Navarra, Olite comienza a perder importancia política y con ello comienza también el declive del Palacio Real llegando casi a su completa destrucción durante la Guerra de la Independencia (1813).
x
A principios del siglo XX fue adquirido por la Diputación Foral de Navarra comenzando la recuperación de este majestuoso Palacio. En 1925 fue declarado Monumento Nacional.
x
El conjunto es irregular y asimétrico, lo que le confiere esa atractiva y fantástica silueta de cuento. Durante su visita puedes percibir la complejidad de la distribución del edificio debido a la cantidad de puertas y escaleras que suben o bajan de cada estancia por las que vas pasando y que aparecen en casi cualquier rincón. 


Olite
Visitando el Palacio Real
Llaman la atención el tamaño de las chimeneas que hay en algunas estancias. Hace plantearse los duros inviernos que debían de pasarse en esta zona.
También podremos ver la morera que ocupa uno de los patios del castillo y que fue declarada Monumento Natural en 1991.


Olite
Visitando el Palacio Real
Olite
Visitando el Palacio Real. Plaza del Carlos III y Ayuntamiento al fondo
x
Después de subir cada una de las escaleras de cada una de las 6 torres abiertas al público (para los que tengan vértigo, advierto que algunas son tan altas y tan reducida su superficie exterior, que impone bastante), decidimos que era el momento de seguir con la visita al resto de la villa.
x
Adosada al Palacio Real, tenemos La Iglesia de Santa María la Real, con una imponente portada del siglo XII y la policromía original recuperada tras su restauración. Aprovechamos y damos una vuelta por la preciosa plaza de los Teobaldos antes de regresar a la Plaza de Carlos III. 

Olite
Portada de la Iglesia de Santa María con su policromía original
Olite
Iglesia de Santa María desde la plaza de los Teobaldos
x
Si nos dirijimos hacia el Ayuntamiento, nos encontramos con las Galerías medievales. Parece que se trataban de un puente de la época romana de acceso a la villa y que tenían función defensiva. Con la ampliación de la villa en la Edad Media pierden su importancia y en 1986 fueron recuperadas y abiertas al público.

Olite
Galerías medievales
Olite
Galerías medievales
x
Son dos pasadizos rectos de unos 50 metros que trascurren en paralelo separados por un ancho muro. Actualmente cobijan una exposición sobre la vestimenta en la corte de Olite. El precio de la entrada son 1,5€ y, personalmente me desilusionó un poco. Las galerías en sí no se perciben bien debido a la exposición y la exposición no tiene gran atractivo.

Olite
Plaza de Carlos III desde el Ayuntamiento


Salimos de la plaza de Carlos III por la Rua Mayor dirección Iglesia de San Pedro. Al pasar por el restaurante Zanito caemos en la cuenta de que no hemos reservado en ningún sitio para comer, así que entramos a preguntar pero no queda ni una mesa por lo que optamos por llamar al restaurante Merindad, en la calle de la judería. Allí nos hacen hueco para 8 sin problema. Ambos restaurantes son buenas opciones si pensais quedaros a comer en Olite.

Olite
Rua Mayor
x
La Iglesia de San Pedro, que ya hemos podido contemplar desde las torres del Palacio Real, es la iglesia más antigua de la villa y combina estilos románico, barroco y gótico. Destacan su portada románica, su original torre de 52 metros, del siglo XIV y una talla de Santiago que conservan en su interior. La torre campanario tuvo pinturas murales que actualmente podemos contemplar en el Museo de Navarra de Pamplona. 

Olite
Iglesia de San Pedro
Llegamos al restaurante Merindad, donde se puede comer extraordinariamente con su menú del día a 24€ que acompañan con buenísimo vino de la zona.
x

Después de la estupenda comida, es una buena opción visitar el museo del vino. Justo al lado del restaurante. Nosotros no pudimos porque teníamos que seguir adelante en nuestra ruta hacia el valle de Baztán.

Olite
Convento de San Francisco desde el Pozo del hielo